viernes, 10 de agosto de 2012

Leyla Cárdenas (Colombia) remueve las capas de la historia para rescatar el pasado perdido. Proyecto LARA Honda Tolima Colombia 2012


Vídeo realizado por Tiberio Murcia Goody. Jueves 9 de agosto del 2012.
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A primera vista parece un dibujo en la pared. Un dibujo de una casa tradicional, de las que ya pocas quedan, con cinco grandes ventanales y un portón. Pronto es fácil darse cuenta de que se trata de la fachada de la galería Casas Riegner, en el norte de Bogotá, pero que no está simplemente dibujada, sino que parece emerger de una ruina. Como en una película futurista, algunas partes descascaradas delatan que logró sobrevivir, o al menos que algún arqueólogo escarbó de tal forma el suelo y las paredes, que encontró una Atlántida perdida. Y eso es lo que hace Leyla Cárdenas (1975): rastrea en calles arrasadas en busca de las memorias que desaparecen por el progreso.
Esta exposición es el resultado de años de trabajo, años en los que el tema de la ruina le ha dado materia de estudio. "Como en la época que estudiaba en Bogotá la ciudad se estaba empezando a romper y acababan de derrumbar El Cartucho, mi trabajo consistió en acercarme a esas demoliciones, hacer impresiones de esos fantasmas de las casas y hacer instalaciones pasajeras in situ". Instalaciones como pintar una cama, una camisa y un pantalón colgados en un gancho en los muros del barrio Santa Isabel en pleno proceso de demolición.
Como recolectora, recorría las calles en busca de rastros de que algo hubiera sucedido allí. Acumuló marcos de puertas, chapas, fragmentos de muros... Ese trabajo también significó que se mirara a sí misma. Por eso, para graduarse de Artes Plásticas en la Universidad de los Andes, tomó muebles antiguos de su casa materna y los reconstruyó, poniendo a lo pequeño a sostener lo grande (Pre-posición), tratando de cuestionar la estabilidad, seguramente inspirada por la obra de Doris Salcedo, a quien conoce y quien le sugirió que se fuera para Los Ángeles, en California, a seguir sus indagaciones. "Allí va a encontrar algunas respuestas", le dijo.
"Uno no tiene a Los Ángeles en la cabeza -dice Leyla-. Primero se piensa en Londres o Nueva York, pero no ese desierto que se vuelve mar". Pero cambió de opinión. Que la aceptaran en la Universidad de California, Ucla, era buen presagio. Y con beca y préstamo en mano emprendió camino hacia la tierra del olvido.
Rumbo a L.A.
La llegada a esa ciudad inmensa en 2002, ese lugar que más parece la conjunción de 20 ciudades, fue un choque inesperado. Ella, que se había dedicado a escarbar y a intentar reconstruir la memoria arquitectónica de la ciudad, se encontró con un lugar construido en paredes de mentira, en drywall.
"Es como si vivieras en cajitas de cartón. Eran una especie de híbridos arquitectónicos que no me decían nada. La ciudad no me decía nada, o al menos me tomó tiempo entenderla".
Bloqueada y con mil objetos mudos en su estudio, vio la pelea perdida.  Pero tenía la fortuna de estar en un lugar con artistas "de lujo", como ella misma los define -Charles Rey, John Baldassari, Cathy Opie, James Welling, Mary Kelly o Nancy Rubins-, gracias a los cuales logró encontrar la luz al final de túnel. Un día, recorriendo el taller de Cárdenas, la misma Nancy Rubins le dijo justamente lo que necesitaba oír: que debía arrancar desde cero pues los muebles tienen memoria y ella había viajado para reinventarse. No logró hacer el cambio en un abrir y cerrar de ojos, pero un accidente le daría la respuesta.
Mientras limpiaba su taller con una espátula tras los estragos causados por un trabajo que se le había derretido, levantó la pintura del suelo. Se encontró allí un universo. Eran decenas de capas que mostraban las vidas que por allí habían transitado. "Me puse a pelar el piso para descubrir la historia del lugar, pues los pisos contaban hechos". Esa fue finalmente su tesis.
Era una especie de palimpsesto, de una escritura sobre otra, que revelaba que allí habían ocurrido cosas. "Mi pregunta giró entonces en cómo mostrar ese asunto del tiempo y lo que no vemos, lo cual fue un choque en Los Ángeles porque no puedes agarrarte de la historia de la ciudad, porque está en permanente renovación, todo es nuevo y no quieren ver grietas ni hongos ni evidencias del paso del tiempo". En síntesis, era el temor a ver lo mortal. Había pues que escarbar para descubrir el pasado.
Antes de instalarse de nuevo en Bogotá, participó en una exposición en Pasadena, California (2004); en el Primer Salón de Arte Joven del Museo de Arte Moderno de Bogotá (2005), en el Salón BBVA (2006) y en dos muestras en Nueva York y Seattle (2007). Hoy, con Re-movido en Casas Riegner -que estará hasta el 31 de enero-, lleva a cabo su primera muestra individual y, por supuesto, retoma su tema de interés.
El nombre Re-movido, explica la artista, proviene de ser un dibujo construido por remoción de tiempos pasados. Una intervención que había realizado casi un año antes de su muestra sería materia de su propuesta. Pegó una serie de noticias de periódico sobre una de las salas, a las que dejó que le pintaran encima ocho meses de exposiciones de otros. Llegada la hora de su exposición, empezó a pelar los muros, cual cirujana, y encontró sus noticias pegadas pero con la historia de color de los artistas que allí habían expuesto: Wilger Sotelo, Paola Tafur, Liliana Sánchez, Juan Manuel Ramírez... No solo descascaró algunos de los muros, sino que aparecieron los colores rojo, blanco, negro y gris usados por esos artistas. Su gesto creó una obra nueva, pero también recordó aquellos trabajos y, sobre todo, las noticias ya sepultadas.
"El espacio nunca está vacío, sino que está desocupado. Al destapar podemos ver de qué está hecho el mundo. Por eso, la idea de mi trabajo no es recuperar nada sino estudiar ese tema universal de lo inestable y efímero que es todo. Y estas cosas aparentemente estables nos recuerdan el pasado. Eso es increíble de la ruina: se vuelve humana, mortal. La pintura es como la piel con sus poros, y las grietas son como la epidermis".
EL PREMIO
Leyla Cárdenas fue galardonada a finales del año pasado con el 'Premio Mayor', otorgado por el Museo de Arte Latinoamericano (Molaa), en Long Beach, California, que apoya a los artistas emergentes latinoamericanos. Participó gracias a una invitación del Museo junto con el artista también colombiano Édgar Guzmán Ruiz. Su obra, House of Houses (Casa de casas), que quedará en la colección permanente del Museo, fue seleccionada entre 82 artistas más.
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